Hay
veces que el resultado de un partido de fútbol se decide por cuestiones
físicas, tácticas o simplemente por fortuna. El de ayer contra los
niños del Nuevo Molino tuvo otro componente añadido: el viento.
Se
veía claro desde el principio que en este partido tan igualado el
equipo que inaugurase el marcador tendría muchas posibilidades de
llevarse los tres puntos. Y así fué. El viento luego se encargó de lo
demás.
Tras
una primera parte muy trabada, donde ninguno de los dos equipos logró
imponer su dominio, un gol en el minuto 15 puso en ventaja al equipo
local. Después vendrían dos jugadas dudosas que pudieron poner el
partido a favor de nuestros prebenjamines, pero el colegiado no estimo
oportuno pitar penalti en ninguna de las dos acciones. Estos son otros
detalles que pueden desequilibar un encuentro, pero así es el fútbol, de
mayores y de niños.
En
la segunda parte, más de lo mismo. El control del esférico se hacía
casi imposible por la fuerza del viento y llegar a la portería contraria
era poco menos que una odisea. Un gol en propia puerta y un despiste
defensivo en los minutos finales cerrarían el marcardor a favor de los
pequeños peleones del Nuevo Molino, poniendo el 3-0 final en el
marcador.
En
definitiva, un partido muy igualado (quien lo diría después del
resultado de la primera vuelta), que se resolvió por una serie de
detalles. Buena progresión de nuestros pequeños y ahora a por el
mundialito. Moral que no falte.
P.D.:
Se puede y se debe organizar un equipo de niños sin gritarles y sin dar
la impresión de querer ganar por encima de todo, como si el resultado
del partido le fuera la vida en ello. Por favor, la imagen que dan
algunos entrenadores desde la banda no es la más idónea para que
nuestros niños, que están en sus manos, aprendan buenas formas. Que no
se olvide que son solamente niños.
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